Traje un jugo.

“¿cuánto te queda de vida José?” preguntó Luci esa tarde, quizás la tarde del último té mirando por la ventana de la habitación.
“Solo estoy esperando que crezcan los jazmines (señaló fuera de la ventana dónde trepaba un jazmín japonés que pronto explotaría), que se perfume la entrada de la casa, cuando llega Pedro con las bolsas del super…pone esa cara de placer que compraría a miles de pesos para llevarla conmigo” pronto llegó Pedro y lo besó en la boca.

“traje jugo de manzana” anunció. Pero sus gestos, su sudor, las pupilas, ese acento salpicado, los pelos demasiado engrasados por la falta de tiempo para una ducha, las manos más frágiles que los tallos de las orquídeas que se volcaban al suelo como buscando hormigas para charlar, en realidad estaba suplicando con todo su cuerpo al ánima que rondaba la casa por esos días que José pueda tomarse la foto con Liza Minelli alguna vez, que miren mil y un veces más Cabaret desplomando lágrimas por su alfombra de pelos rojos, dar otro paseo por el parque del sur para fumar y carcajearle a los árboles que parecían señores reunidos, listos para debatir sobre la actualidad.

“dejalo al lado del velador, que Luci y yo tenemos que hablar de sus nuevos novios antes de que muera desactualizado de su sexualidad loca”. Los tres reímos con una flor en el estómago que crecía lentamente y se transformaba en un lamento pícaro.

v.

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