Al fin y al cabo el estado visceral es inevitable, pero ojo con los cerebros en salmuera, pero cuidado con el hígado de Pamela. Siempre llegan los sinceros estímulos carnívoros desde las profundas y silenciosas tuberías sanguíneas, desde las elásticas colchonetas del estómago dónde brincan nuestros huéspedes indeseables.

¿Qué te duele?
me brinca
¿Qué te duele?
me pincha
¿Qué te duele?
No siento la sinapsis doc.



v.

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