El gran hurto.
De los hospitales, el agrio sabor de una enfermera
De los telos, los mini jabones
De los narcos, un minuto menos y una carcajada diabólica
De las cremas de limpieza, un menjunje asqueroso
De los prólogos, nada
Del dada, todo
De Sofía Gerboni, un fiel reflejo atemorizante que se resbala pegajoso entre mis piernas
De mi tribu de felinos, todo el amor más pulcro y precioso que necesito
De de los miembros viriles, un desayuno.
Mis robos perfectos consisten en sentir sin temor que todo aquello es mío
El miedo a la escarlatina es mío, me lo quedo.
Soy una ladrona con un traje de neón, para no asustar a nadie.
Pero a él, no puedo robarle nada.
El es para mí lo más íntimo, incluso más íntimo que yo misma para mí.
venuqui.
Me gustó mucho leer esto.
ResponderEliminarSabés?
La escarlatina no es para tanto
Por eso le tengo miedo, es que nunca la he visto.
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