Haruki Murakami abrirá un sitio web para poder comunicarse con sus lectores.
Estoy completamente inquieta y confundida por la noticia.
Abro el Facebook, y veo mil rostros pequeñitos encerrados en sus fotitos pequeñitas, comentando con alegría la noticia que diurna se presentaba ante mi y mil cientos más.
Veo al costado de la cama, la cama de dos plazas que pegué este año con una suerte enorme, llena de espacio para el amor, los ojos de un gato impresos en un libro, me observa, me llama, me invita. Kafka en la orilla del mar, los peces que caen del cielo. En el lomo hay un pequeño japonés, que dice ser la imagen de este señor que abrirá un sitio web. Lo miro. En su boca hay una curiosa sonrisa, que más que sonrisa parece un piquito, parece que tira un piquito mirando al sur-este, (según como te coloques en la cama, yo acostada boca arriba y en cuanto a la disposición de mi cuarto, puedo observar cardinalmente ese panorama)
Nació en Kioto. Busco imágenes e información de Kioto. Hay lindos árboles rosados. Pienso en Haruki caminando debajo de esos árboles rosados. Según Wikipedia, se filmaron en Kioto muchas películas de samuráis (eso me parece divertido, ahora me gusta más Kioto) Toda la industria del cine y la tele japonesa esta ahí. Copado. Me imagino que si el pequeño Haruki miraba mucha tele, seguro se encontraba con sus personajes preferidos muy seguido y eso le debe haber dado mucha gracia y alegría. (me gustaría encontrarme con mi samurái preferido).
Vuelvo a mirar la tapa, la foto, los ojos del gato, el libro que me mira.
¿Qué podría decirle a Haruki Murakami en la web que abrirá para poder comunicarse con sus lectores? ¿Por qué me hace esto?
Yo una vez sola me encontré en una situación de cholulismo. Y lo miré, le di la mano como si fuera un señorcito. Y me fui. Era un actor. Uno que ni siquiera me gusta tanto.
No quiero decirle nada a Haruki, lo único que quiero este verano es que ese libro esté al lado de mi cama. Pero…¿ por qué hay gente que SI le va a escribir? ¿Qué le va a decir? “Che Murakami, grosas novelas. Te re amo. Marisa” “Me encanta tu firma, es un circulito y una cruz en un monte con un barco ¿no?” “¿Cómo es la mayonesa japonesa?¿Más amarilla?”.
No me hagas pensar Haruki, no me dejes decirte que me gustan tus libros, porque eso ya lo sabés, a vos también te deben gustar.
Ahora me puse a buscar un poco sobre tu vida, una esposa Yoko, que curioso. Y abriste un bar de Jazz, “El gato Pedro”, me da risa, Pedro, ¿Por qué Pedro? Yo busco nombres japoneses para mis gatos y vos simplemente le pones Pedro, me gusta. ¡Ay!, acabo de leer algo maravilloso, leiste Kurt Vonnegut y es tu “marcada influencia”, bueno ya tenemos algo de que hablar si un día te doy la mano como un señorcito. ¿Pero qué te digo? “¡Hola Haruki! Observé por ahí que te gusta mucho Vonnegut, je, a mi también!” (implosiono de la vergüenza y vomito).
Nada. Nada que decirle a Murakami.
Estoy en la cama, en la gran cama sin nada. Sin nada que decirle a Haruki.
Por suerte.
Estoy completamente inquieta y confundida por la noticia.
Abro el Facebook, y veo mil rostros pequeñitos encerrados en sus fotitos pequeñitas, comentando con alegría la noticia que diurna se presentaba ante mi y mil cientos más.
Veo al costado de la cama, la cama de dos plazas que pegué este año con una suerte enorme, llena de espacio para el amor, los ojos de un gato impresos en un libro, me observa, me llama, me invita. Kafka en la orilla del mar, los peces que caen del cielo. En el lomo hay un pequeño japonés, que dice ser la imagen de este señor que abrirá un sitio web. Lo miro. En su boca hay una curiosa sonrisa, que más que sonrisa parece un piquito, parece que tira un piquito mirando al sur-este, (según como te coloques en la cama, yo acostada boca arriba y en cuanto a la disposición de mi cuarto, puedo observar cardinalmente ese panorama)
Nació en Kioto. Busco imágenes e información de Kioto. Hay lindos árboles rosados. Pienso en Haruki caminando debajo de esos árboles rosados. Según Wikipedia, se filmaron en Kioto muchas películas de samuráis (eso me parece divertido, ahora me gusta más Kioto) Toda la industria del cine y la tele japonesa esta ahí. Copado. Me imagino que si el pequeño Haruki miraba mucha tele, seguro se encontraba con sus personajes preferidos muy seguido y eso le debe haber dado mucha gracia y alegría. (me gustaría encontrarme con mi samurái preferido).
Vuelvo a mirar la tapa, la foto, los ojos del gato, el libro que me mira.
¿Qué podría decirle a Haruki Murakami en la web que abrirá para poder comunicarse con sus lectores? ¿Por qué me hace esto?
Yo una vez sola me encontré en una situación de cholulismo. Y lo miré, le di la mano como si fuera un señorcito. Y me fui. Era un actor. Uno que ni siquiera me gusta tanto.
No quiero decirle nada a Haruki, lo único que quiero este verano es que ese libro esté al lado de mi cama. Pero…¿ por qué hay gente que SI le va a escribir? ¿Qué le va a decir? “Che Murakami, grosas novelas. Te re amo. Marisa” “Me encanta tu firma, es un circulito y una cruz en un monte con un barco ¿no?” “¿Cómo es la mayonesa japonesa?¿Más amarilla?”.
No me hagas pensar Haruki, no me dejes decirte que me gustan tus libros, porque eso ya lo sabés, a vos también te deben gustar.
Ahora me puse a buscar un poco sobre tu vida, una esposa Yoko, que curioso. Y abriste un bar de Jazz, “El gato Pedro”, me da risa, Pedro, ¿Por qué Pedro? Yo busco nombres japoneses para mis gatos y vos simplemente le pones Pedro, me gusta. ¡Ay!, acabo de leer algo maravilloso, leiste Kurt Vonnegut y es tu “marcada influencia”, bueno ya tenemos algo de que hablar si un día te doy la mano como un señorcito. ¿Pero qué te digo? “¡Hola Haruki! Observé por ahí que te gusta mucho Vonnegut, je, a mi también!” (implosiono de la vergüenza y vomito).
Nada. Nada que decirle a Murakami.
Estoy en la cama, en la gran cama sin nada. Sin nada que decirle a Haruki.
Por suerte.
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